miércoles, 4 de junio de 2008

Miguel Jara denuncia a la industria farmacéutica



Un día cualquiera estaba leyendo un artículo que llamó poderosamente su atención. Pacientes que se morían por los adversos efectos de los medicamentos que consumían. De ahí empezó a tirar del hilo y tras siete años de investigación llegó a las librerías Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad, (Icaria Editorial, 2007).

Miguel Jara arroja luz en el tradicional oscurantismo que ha rodeado a la industria farmacéutica que, para empezar, goza de importantes privilegios como el de que el Estado es u principal cliente.


“La industria farmacéutica es un sector con muchas irregularidades que le llevan a moverse en el oscurantismo. Además, actúa de espaldas a la ciudadanía.”


Miguel Jara lamenta que aun no hay suficientes medios de comunicación que estén interesados en dar voz a un problema que, entre otros aspectos, incluye la invención de enfermedades si los fármacos no rinden los beneficios económicos esperados.


Así lo cuenta Miguel Jara también su blog AmorHumorAcción y añade que “Por suerte, se ha puesto “de moda” hablar de la fabricación de enfermedades por parte de los laboratorios”


Este periodista de investigación señala que el consumismo farmacéutico en el que se ha sumido la sociedad ha hecho que se le pierda el respeto que hay que tenerle a los medicamentos.


“Con el paso del tiempo y el esfuerzo promocional de los laboratorios farmacéuticos los medicamentos han pasado de ser bienes esenciales a simples objetos de consumo. Hoy las reacciones adversas a los fármacos ya son la cuarta causa de muerte en países como Estados Unidos.”


Pero también por el lado de los médicos, Miguel Jara subraya que los profesionales de la salud están muy mal informados.


“Más del 50% de los médicos se informan a través del visitador médicos de los nuevos fármacos, antes de hacerlo a través de las revistas médicas especializadas".


El autor de Traficantes de salud denuncia que de esta relación entre médicos y laboratorios, aunque esté explícitamente prohibido, deriva en la compra de médicos con dinero de los laboratorios para que receten sus medicinas.


“La Industria farmacéutica está más interesada en promocionar sus novedades antes que en la Investigación el Desarrollo”.