martes, 30 de noviembre de 2010

Dos premios Nobel de Economía piden que se meta en la cárcel a los banqueros

LAREPUBLICA.NET.- Economistas como Joseph Stiglitz y George Akelof vienen diciendo durante los últimos meses y en repetidas ocasiones que "es imposible resolver la crisis económica sin que los criminales que cometieron el fraude estén en la cárcel".

sábado, 27 de noviembre de 2010

La no-violencia como espiritualidad

Fernando A. García.- "La historia muestra incontables casos de cambios sociales obtenidos por medio de la protesta no violenta. A menudo esto pasa desapercibido para el observador común ya que habitualmente las protestas no violentas exitosas no gozan de la espectacularidad de las protestas violentas; de manera que alcanzan poca o ninguna visibilidad en los medios de difusión masiva, en las crónicas, en los estudios de historiadores y demás. Como se lo veía en la antigüedad: “La paz es el periodo que media entre dos guerras”.

¿Qué pasa en Irlanda y en los otros PIGS, incluida España?

Vicenç Navarro.- "(...) La otra condición es resolver el problema de crédito, el cual requiere que la banca sea considerada entidad de utilidad pública (como lo fue en muchos países, en que la provisión del crédito fue considerada una función social). Ello implicaría en muchos sectores la reaparición de la banca pública. En España, concretamente, sería necesaria la transformación de las cajas de ahorro en bancas públicas, tal como han propuesto Attac y el Catedrático de Economía Juan Torres".

domingo, 14 de noviembre de 2010

'Paz, paz, paz... siempre paz y libertad para Sahara Occidental'

Con estas palabras cerraba su discurso el actor Javier Bardem en el acto final de la manifestación de apoyo al pueblo saharaui, y que ha tenido lugar en Madrid. Alta participación ciudadana y un tono pacífico y muy potente, que no ha dejado lugar a provocaciones, han sido dos de los elementos de esta manifestación convocada por la CEAS-Sahara.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La cultura actual como obstáculo a la espiritualidad

"En esta ponencia partimos de la siguiente hipótesis: Esta cultura violenta en la que estamos inmersos es consecuencia del proyecto de vida individualista y posesivo que orienta la vida. Este tipo de proyecto es el obstáculo que impide ponerse en el lugar del otro y registrar las señales de lo profundo. Este proyecto de vida está hoy globalizado y se basa en el supuesto erróneo de que es el camino hacia la felicidad. Las diferentes culturas han adoptado esta dirección como si fuera la correcta sin advertir que como consecuencia de ella, es que vivimos en un mundo cada vez más violento. Hoy a nivel mundial, las autoridades políticas y los medios de difusión, (salvo algunas excepciones) sostienen de forma directa o larvada que: “La actitud posesiva es positiva, porque impulsa a acumular bienes intangibles y tangibles en forma creciente, en el interior de esa entidad a la que llamamos “el yo y lo mío”. Por ese camino, se sostiene, vamos a llegar a la felicidad como individuos y también como conjunto social, como consecuencia del “derrame”.

martes, 9 de noviembre de 2010

Fundamentos para la economía de una nueva civilización

"El desafío de pensar en como sería una nueva civilización puede ser muy atrayente, porque uno podría dar rienda suelta a su imaginación, y diseñar en la teoría una nueva Utopía, como la que imaginó Tomás Moro, autor del libro que le dio nombre a las quimeras sociales. Y ese ejercicio literario es válido por sí, aunque no pudiera ir más allá de las propias ocurrencias plasmadas en el papel, con las ingenuidades y las contradicciones de la persona y de la época".

jueves, 4 de noviembre de 2010

Una propuesta política para la Nueva Civilización

" Si antes se pretendió, erradamente, hacer la revolución prescindiendo de la conciencia humana, hoy la revolución es, antes que nada, un acto de conciencia. Las comunidades se verán enfrentadas al desafío de crear nuevas formas de organización en la base social. Será necesario encontrar un nuevo tipo de organización, mucho más flexible y capaz de responder dinámicamente a los esfuerzos que le exigirá la situación de inestabilidad social generalizada. Estamos seguros de que esas nuevas orgánicas estarán muy lejos de la morfología piramidal y jerárquica tan propia de esta prehistoria que queremos abandonar y superar. Entonces, las relaciones verticales de subordinación serán reemplazadas por una red de vínculos de coordinación entre funciones diversas, sin un centro manifiesto del cual, más de alguno, pudiera querer apoderarse para gobernar a todo el conjunto ".

Intervención de Tomás Hirsch en el Simposio internacional “Fundamentos de la Nueva Civilización"

Hace 2 años, en este mismo lugar, durante el 1er Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas, hablamos sobre ética y acción política. En aquella ocasión comenzamos diciendo: “Hoy en día las relaciones entre ética y política son muy complejas y hasta tortuosas. A tal punto que ambas parecen constituir universos antagónicos y en apariencia incompatibles entre sí”.


“La política es la única actividad que pareciera regirse por una suerte de pragmatismo que depende casi por completo de las conveniencias coyunturales”.

Hoy nos invitan nuevamente a hablar de política, esta vez como fundamento para una nueva civilización. No está fácil, después de lo que dijimos en aquella oportunidad y sobre todo cuando constatamos que esa crisis se sigue profundizando cada día más.
Sin embargo, queriendo avanzar hacia una nueva civilización, y habiendo hecho de la política nuestra forma de acción humanizadora, intentemos esbozar un lineamiento para esta acción política de cara a esa nueva civilización con la que todos soñamos.

Bien, pero comencemos con una pregunta: Si la dirección que ha tomado el sistema que nos incluye fuese destructiva, como parece indicarnos la experiencia cotidiana, ¿qué podemos hacer para modificarla? Pregunta difícil de responder. Más aún hoy, cuando ese sistema ya no es local sino global: ya no se trata de un país o de una región sino que del mundo entero.

Esta no es la primera vez que el ser humano se encuentra en una encrucijada histórica parecida, esto ha sucedido muchas veces antes. Diferentes civilizaciones fueron reemplazadas, unas por otras. Lo distinto está en que ahora no hay una civilización afuera de la crisis que pueda dar las respuestas necesarias. En un mundo globalizado no hay nadie “afuera” de esa crisis.
Entonces, la respuesta no vendrá de afuera, ni tampoco podrá venir de ciertos líderes iluminados que la impongan desde arriba a las poblaciones; en una época de mundialización, la respuesta necesariamente la deberán encontrar los pueblos en su conjunto, como verdaderos protagonistas de la Historia.

Hasta ahora el Ser Humano nunca ha logrado desprenderse del comportamiento agresivo, y las sociedades que ha creado siguen estando marcadas por la violencia. ¿Es posible erradicar la maldición de la violencia desde las sociedades humanas? A la luz de la experiencia histórica, estaríamos tentados a decir que no, que se trata de una esperanza ilusoria. Sin embargo, también es cierto que en distintos momentos han existido personas y causas que alcanzaron sus objetivos sin recorrer el camino de la sangre y la destrucción; ellos nos sirven de modelos o referencias vivas para orientar nuestra acción.

Establezcamos desde ya con claridad que una nueva civilización necesariamente deberá ser una civilización no violenta.
Y un nuevo referente, político o social, diseñado para una nueva civilización, deberá sustentarse en dos pilares fundamentales: poner al ser humano como centro, por encima de cualquier otro valor, y su forma de acción ha de ser no violenta. Además, respecto del método de análisis de la realidad social, es necesario incorporar a la subjetividad humana dentro de los factores relevantes que impulsan cualquier proceso de cambios.

Afirmamos que el principal indicador para medir el éxito de una nueva forma de hacer política ha de ser el retroceso de la violencia, hasta su completa desaparición desde la convivencia social.

Porque, ¿cómo puede ser posible que unas minorías impongan condiciones francamente desventajosas para el conjunto y esas mayorías ni siquiera intenten oponerse? La respuesta es muy simple: lo que sucede es que no hay real democracia y, en estricto rigor, las mayorías no están decidiendo nada importante.

La democracia se sustenta en el equilibrio de poderes y en el contrapeso que establece una sociedad civil fuerte y organizada para limitar al Estado y al paraestado y controlar su funcionamiento. Cuando un poder queda fuera de control porque no existen contrapoderes que lo regulen, el equilibrio se rompe y el sistema democrático se distorsiona completamente adquiriendo un carácter puramente formal, ya que las decisiones que estaban en manos del pueblo en su conjunto pasan a radicarse en ese poder desbocado en manos de una minoría. Este es el caso del poder económico.

Una dificultad adicional es: ¿Qué contrapeso podemos oponer al totalitarismo del capital financiero para limitar su acción, cuando ni siquiera alcanzamos a percatarnos de su existencia y de su alcance?

El Estado se encuentra desacreditado, debilitado y se ha convertido en dócil instrumento de esta nueva tiranía. Y por otra parte, el tejido social, que era la base del poder de las poblaciones, se encuentra totalmente desintegrado.

Para lograr el urgente propósito de contener al capital financiero es necesario levantar contrapoderes que le arrebaten el dominio absoluto que hoy ejerce, de modo que las sociedades consigan recuperar su soberanía e independencia. En principio, existen sólo dos vías para crear esos contrapesos: por una parte, recuperando la autonomía del Estado a través de la lucha electoral y en segundo lugar, reconstruyendo el tejido social y la organización ciudadana mediante un trabajo intencional en la base, capaz de articular un auténtico movimiento social. Así, el Estado podrá encuadrar al capital mientras que la comunidad organizada encuadrará al Estado, regulando al poder estatal.

Las transformaciones sociales y económicas que se requieren deben orientarse a impedir cualquier forma de concentración de poder. Ese es el gran desafío; eliminar toda forma de concentración de poder. Y en esa dirección apuntan la superación de la democracia representativa por una plebiscitaria, la regionalización efectiva y la empresa de propiedad de sus trabajadores, todas políticas necesarias en una nueva civilización.

Una nueva civilización debería aspirar a construir una nación humana universal, que básicamente consiste en una confederación de naciones, multiétnica, multicultural, multiconfesional; se trata de la convergencia de la diversidad humana. Para que ese nuevo mundo se consolide, se hace urgente y necesario modificar radicalmente el sistema de relaciones sociales y económicas que hoy nos rige. Ha llegado entonces el momento de poner a la economía al servicio del ser humano y no al ser humano al servicio de un orden económico aberrante.

Es muy importante comprender que no se trata de una cuestión de modelos sino que de prioridades. La salud y la educación son necesidades humanas básicas y, como tales, se constituyen en derechos humanos inalienables que deben ser asegurados igualitariamente. La verdadera revolución es, en el fondo, un asunto muy poco vistoso pero profundamente significativo de reordenamiento de prioridades, poniendo a la salud y la educación en el primer lugar. Y por el momento, el Estado parece ser la única entidad que puede asegurarlo, así es que la sociedad debe proveer los recursos necesarios para que cumpla su función sin postergación y con la máxima excelencia.

En lo económico, una nueva civilización deberá tener la forma de una economía mixta en la que el Estado opera, podríamos decir, en consenso con el mercado, estableciendo un nuevo contrato social con los actores privados, entendidos ahora ya no como sectores antagónicos o competidores sino que complementarios y sinérgicos. No estamos propiciando, de ningún modo, un regreso al estatismo sino que proponiendo la construcción de un gran acuerdo público-privado para actuar en convergencia. El Estado puede planificar y coordinar muchas cosas y eso no necesariamente significa centralizar la economía. Se trata de incentivar, de financiar, de premiar lo que conviene y castigar lo que no conviene al conjunto, disolviendo cualquier forma de monopolio.

Debemos ahora reflexionar sobre la cuestión del poder.

Siempre que se habla de democracia, se la asocia obligadamente a la representatividad, como si existiera allí una frontera infranqueable para la imaginación, que pareciera no atreverse a ir más allá de esos límites. Por su parte, la clase política, temerosa de ser desplazada, se encarga de reforzar esa vacilación martillando sin pausas acerca de la imposibilidad de gobernar sin partidos ni representantes. ¿Qué innovaciones seremos capaces de proponer para superar esta dura prueba que enfrenta hoy la democracia?

Cuando los partidos políticos se vinculaban realmente a los pueblos, recogiendo y expresando las distintas sensibilidades colectivas que estaban en juego, entonces tenían legitimidad y reconocimiento social. Pero cuando sólo les interesó el poder, perdieron su autoridad como intérpretes y portavoces de la realidad social, que era su único capital político. Entonces, esos referentes se convirtieron en máquinas electorales productoras de funcionarios públicos y abandonaron el vínculo directo con aquellos pueblos y sus problemas, para optar por una relación intermediada.

En realidad, la democracia recuperará su alma cuando el pueblo vuelva a ser el protagonista. Pero esa energía colectiva va a manifestarse en plenitud sólo cuando dicha participación sea sinónimo de decisión, cosa que se hará efectiva si se ponen en marcha ciertas transformaciones de fondo al sistema democrático orientadas a traspasar a la comunidad organizada niveles de decisión cada vez más altos.

La fórmula de un Estado fuerte y un pueblo débil desembocó en los totalitarismos estatales que aplastaban la libertad a través de la violencia institucional. Un Estado débil y un pueblo débil han generado un vacío de poder que permitió la irrupción de un ilegítimo estado paralelo en manos del poder financiero internacional, el que mantiene “secuestradas” a las sociedades mediante la imposición de condiciones de violencia económica generalizada. Un Estado y un pueblo fuertes podrían establecer entre ellos un equilibrio dinámico de poderes. Pero, en la medida en que las comunidades adecuadamente coordinadas vayan aumentando su poder real, el dominio estatal disminuirá proporcionalmente y la organización colectiva se irá acercando cada vez más al ideal de una democracia directa. Y cuando los pueblos sean capaces de tomar todas las decisiones respecto de aquello que los incluye directamente, entonces la libertad dejará de ser una mera palabra para convertirse en realidad social, largamente anhelada y duramente conquistada.

Si antes se pretendió, erradamente, hacer la revolución prescindiendo de la conciencia humana, hoy la revolución es, antes que nada, un acto de conciencia. Las comunidades se verán enfrentadas al desafío de crear nuevas formas de organización en la base social. Será necesario encontrar un nuevo tipo de organización, mucho más flexible y capaz de responder dinámicamente a los esfuerzos que le exigirá la situación de inestabilidad social generalizada. Estamos seguros de que esas nuevas orgánicas estarán muy lejos de la morfología piramidal y jerárquica tan propia de esta prehistoria que queremos abandonar y superar. Entonces, las relaciones verticales de subordinación serán reemplazadas por una red de vínculos de coordinación entre funciones diversas, sin un centro manifiesto del cual, más de alguno, pudiera querer apoderarse para gobernar a todo el conjunto.

Proponemos avanzar hacia modos de autogestión popular que impidan, desde su génesis, cualquier forma de dominación. El cambio verdadero no es el reemplazo de un poderoso por otro, de un dominador por otro, sino la total ausencia de poderosos y la superación definitiva de un orden social que implique dominadores y dominados.

Los humanistas siempre hemos tenido especial cuidado en considerar al poder político sólo como un medio más —en ningún caso el único, ni siquiera el más importante— para llevar adelante una revolución que, entre otras cosas, aspira a desarticular para siempre la relación perversa entre poder y violencia a través de formas de acción y de lucha no-violentas.
Una revolución social humanista se caracteriza, básicamente, por una reorientación de todo el sistema, de la acumulación a la distribución. En una sociedad auténticamente humana el empeño estará puesto en mejorar radicalmente las condiciones de vida de los pueblos por encima de cualquier otro interés. Una revolución política significa básicamente la desconcentración del poder.

De acuerdo con nuestra concepción, esas verdaderas redes intencionales que son los conjuntos humanos no requieren de ninguna conducción ni estimulación externas a su propia iniciativa, sino que de una adecuada coordinación. Es importante que se entienda bien la diferencia: si consideramos a los seres humanos como conciencias activas, que no sólo reflejan el mundo sino que están siempre en situación de transformarlo, entonces se vuelve por completo ilegítimo interferir en ese proceso desde afuera porque lo que está en juego es la misma libertad humana.

Entonces proponemos avanzar hacia un Estado coordinador, facilitador. Este rol activo pero no coercitivo del Estado, no tiene nada que ver con esa suerte de ausencia o parálisis estatal que propugna el neoliberalismo, sobre todo porque no se produce ningún vacío de poder, al estar éste íntegramente radicado en la comunidad organizada.

De aquí en adelante, todo el tema ha de ser la reorganización de la base social, de modo que la potestad allí encarnada pueda manifestarse con todo su potencial. Sospechamos, con esperanza y entusiasmo, que serán las nuevas generaciones que aparecen ya en el horizonte, las que llevarán adelante este desafío, que no es otro que el de la superación del sufrimiento que hoy afecta a millones, para avanzar hacia la tan anhelada Nación Humana Universal.

Tomás Hirsch, vive en Santiago de Chile, es miembro del equipo promotor del Partido Humanista Internacional. Fue vocero del Nuevo Humanismo para Latinoamérica y anteriormente, en 2005, candidato presidencial por el Humanismo y la izquierda chilena.

Fundamentos para la futura Civilización Planetaria

" Toda concentración de poder es una forma de violencia. En el sistema social el poder es un valor, el sentido de la acción está dado por la conquista de posición y de poder. Esta dirección mental no facilita la búsqueda de lo profundo y el acceso a experiencias de sentido. En este contexto tendremos que trabajar por la transformación social hacia la desconcentración del poder y a través de la no violencia. La búsqueda del sentido y la necesidad de tomar contacto con la experiencia de Sentido, orienta mi acción hacia la no violencia y hacia la transformación de las situaciones de violencia ".


Intervención de Dario Ergas en el II Simposio del Centro de Estudios Humanistas

Queridos amigos,

Agradezco al Centro Mundial de Estudios Humanistas, por invitarme a conversar sobre “Fundamentos para la futura Civilización Planetaria”, en el Parque de Estudios y Reflexión Punta de Vacas. Quiero resaltar lo extraordinario que me resulta que estemos discutiendo temas aparentemente lejanos del acontecer político social. Ustedes aseveran en su convocatoria, que esta civilización planetaria será una consecuencia de la tendencia de mundialización y que no se trata de una mecánica histórica, sino que se trata de una construcción intencional, de un proyecto humano. Esto que está sucediendo en estos Parques de Estudio y Reflexión, gente que se pone de acuerdo mundialmente para influir el proceso humano hacia la conformación de una civilización planetaria, es desde ya algo muy extraordinario.

He sido, como muchos de nosotros en estos lugares, formado por las enseñanzas de Silo y he seguido su mensaje para profundizar en la búsqueda del sentido de la vida. Desde esa mirada es que abordo este trabajo sobre Espiritualidad.
Algo me impide proyectarme a ese nuevo mundo, ese nuevo mundo ya está aquí, a veces me parece rozarlo, pero también veo todo lo que hay en mí que impide que aparezca. Como puedo sortear las dificultades que pone mi conciencia al futuro. Mi propia conciencia tiene límites, son los límites de mi memoria, de mi pasado, de mis creencias. Saltar la valla y ver a otro ser humano. Te temo, que dirás de mi escrito, te parecerá bien, encontrarás que ya todo eso está dicho, te temo y me defiendo y oculto mi temor con palabras complicadas. Aquí estoy frente a ti, no quiero mentirte, no sé lo que es la espiritualidad, donde busco, donde está, se me escapa como el viento.

Dentro de mí, dentro de cada uno de nosotros hay algo que está empujando, algo que no alcanzan todas las palabras para expresarlo y por eso se ahogan en mi garganta y se me alargan los discursos sin poder contártelo. Eso pasa con esta charla sobre espiritualidad, algo en mi interior se atropella para decir abramos los ojos, todo ha cambiado, algo sucedió muy rápido, el mundo que conocimos no existe y el nuevo brilla tan fuerte que nos encandila sin que lo podamos ver.
Mientras muere el mundo antiguo, otrora moderno y postmoderno, y se evanecen sus ideologías y sus sueños, una tenue señal se enciende, ya no en los cielos, ni en los libros, ni en los objetos. Parece estar pasándonos a todos en todos lados, algo nuevo está ocurriendo en el interior del paisaje humano y al reconocerlo en mí comienzo a reconocerlo también en otros.
En cualquier cosa sobre la que se hable, la espiritualidad se está expresando, pero ¿cómo se habla de la espiritualidad misma? La espiritualidad que nutre la civilización futura recién está alumbrando con sus primeros rayos, que me acogen con ese débil calor matutino. Pero de pronto estoy nuevamente forzando las palabras, adueñándome de lo que no es mío, explicando cuando lo que quería era agradecer.

Por un momento junto al calor de una mañana fría toqué lo intocable o tal vez eso me tocó. Qué es eso que sólo puedo mirar de reojo, presencia furtiva que llenas todo lo que soy.

Mi vida entera para levantar el valor de lo humano, nada es más importante que el ser humano ¿pero quién es el ser humano? Te miro, reaccionas, te hago gestos, te hago magias, reaccionas, reacciono, algo está pasando entre tú y yo, te vuelvo a mirar pero ahora veo algo tuyo dentro de mí, algo dentro mío me acepta, algo dentro mío me rechaza, te vuelvo a mirar estás dentro de mí, te envuelvo con mi sentir, estoy dentro de ti, me envuelves. ¿Quién eres? ¿Dónde estás?, traspasamos el límite, un sentimiento muy grande cruza el instante.

Mis palabras son juegos, juegos en que parece que vamos en una dirección y de pronto caminamos en la dirección opuesta y entonces irrumpe un veloz silencio y algo se hace presente que invade y emociona. Lo hago para ti, si lo hiciera para mí no funcionaría lo hago para ti y es lo más grande que puedo hacer por ti y por mí-

Estamos tratando de expresar la experiencia de lo trascendente, la experiencia de sentido que se encuentro en todos nosotros y que está expresándose. Es la nueva espiritualidad. Hay que abrirle camino, hay que despejar el paisaje para que llegue a todos nosotros como una suave ola que nos sorprende desprevenidos en la playa y nos aturde, nos remueve y nos renueva.
Si esa experiencia ya está aquí, si la reconozco, quisiera vivir en ella, recurrir a ella, y no lo lograré sin ti, ni tu sin mí. Pero si te fuerzo, si te controlo, te manipulo para que cumplas mis deseos, esa luz se apaga y todo se vuelve otra vez gris. Más gris, más desespero, mas te fuerzo y mas se esconde aquella esencia que una vez miré al pasar.
Sospechamos que por distintas circunstancias propias de la época la conciencia se está acomodando para ser inundada por un nuevo significado guardado en lo profundo de sí misma y un cambio muy grande se estaría gestando hoy en el mundo. El encuentro de las culturas, el debilitamiento de las creencias, nuevos descubrimientos como la vida sintética y la vida extraterrestre, la crisis en las iglesias, los estados y los bancos, la atmósfera general de sinsentido, muestran un mundo que muere, pero al mismo tiempo al ser humano que se despercude de sus amos para recuperar su libertad.

Entonces, entonces, entonces,

Entonces estamos ante una experiencia que está emergiendo y expresándose en nosotros; ¿qué tengo que hacer para que esa experiencia crezca en mí, qué puedo hacer para acercarla a mi gente más querida, qué puedo hacer para acercarla a toda la gente? Esta experiencia se puede convertir en lo más importante de mi vida y en el centro de mi acción.

Hay algunos aspectos a observar en el despliegue de esta espiritualidad.

La violencia, que es el control de otro ser humano por distintos medios, bloquea el contacto con esa experiencia. La violencia no es cualquier conducta agresiva o pasional; violencia son acciones destinadas a controlar o manipular la libertad de otro ser humano o de conjuntos humanos La violencia se opone a la libertad y al sentido.

Toda concentración de poder es una forma de violencia. En el sistema social el poder es un valor, el sentido de la acción está dado por la conquista de posición y de poder. Esta dirección mental no facilita la búsqueda de lo profundo y el acceso a experiencias de sentido. En este contexto tendremos que trabajar por la transformación social hacia la desconcentración del poder y a través de la no violencia. La búsqueda del sentido y la necesidad de tomar contacto con la experiencia de Sentido, orienta mi acción hacia la no violencia y hacia la transformación de las situaciones de violencia.

Estamos lanzados hacia el mundo a través de nuestros deseos y consideramos a eso que deseamos como el sentido de nuestras acciones. Esta mecánica de la conciencia está muy estudiada en nuestra sicología ya que está en la raíz del sufrimiento mental. El sentido de la acción no es obtener el objeto de deseo de la conciencia confundiendo ese afán y a veces al mismo objeto con el Sentido. El Sentido es una experiencia que tiñe a toda representación de la conciencia y a las acciones que ésta impulsa.

La acción es el vínculo entre la conciencia y el mundo. La conciencia traduce todos sus impulsos en representaciones que terminan movilizando al cuerpo en el mundo. Todos los impulsos provienen del mundo externo y del mundo interno. Pero en la profundidad de ese mundo interno, en un límite que con nada limita, en un vacío llenado de silencio, en una suspensión de cualquier fluir, un significado que proviene de esa profundidad abarca la conciencia y ésta traducirá esa ausencia de impulso en representaciones cargadas de Sentido y las trasladará al mundo humano a través de la acción. La acción tiene sentido si está impulsada desde el Sentido.

Pero esta experiencia de Sentido que fundamenta todo este desarrollo, requiere del otro para ser despertada, más precisamente requiere de un tipo de acción o un tipo de disposición hacia el otro que me posibilita la comunicación con esa experiencia de Sentido. Por esto el acto moral es el que está destinado a liberar al otro de su violencia y su sufrimiento y se experimenta en quien lo realiza como unidad y sentido. “Cuando tratas a los demás como quieres que te traten te liberas”.
El otro factor a observar es la pérdida progresiva del temor a la muerte a medida que se profundiza en la experiencia. En el sinsentido se vive identificado con el cuerpo, con los deseos, con todo, vivo aferrado al yo. La muerte aterroriza porque al morirse el cuerpo y al morirse el yo, no queda nada, me muero. Tanto aterroriza que vivo sin la conciencia de la finitud, sabiendo que moriré pero creyendo que no moriré. La conciencia siempre está alucinada, olvidada de la muerte y actuando como si ésta no existiera. La conciencia se obnubila con la diversión y el consumo, olvidando que existe.

Algo pasa con la experiencia de Sentido en que algo, otro, un observador o un testigo, estuviera aquí, junto a uno, no soy yo, su presencia me conmociona y me hace dudar cada vez más de la muerte.

Estos tres factores que expongo, el tema de la violencia, el tema de la acción y el tema de la muerte se trastocan completamente desde la experiencia del sentido. Esta experiencia de sentido cambia la dirección de mi vida. La va girando levemente y ese pequeño giro hace que cambios importantes ocurran en la estructura síquica. La no violencia pudiera dejar de ser una aspiración para sentirse como necesidad, el otro y lo que haga con otro lo reconoceré como mi verdadera posibilidad de liberación, y morir pudiera convertirse en una experiencia interesante y feliz.

Si esto es así, si hay una puerta abierta con lo Profundo, si se acelera la desestructuración del sistema como prevemos, si grandes conjuntos dirigen su mirada hacia la interioridad por necesidad, podríamos estar ante un cambio síquico que se proyecte efectivamente hacia la primera civilización planetaria.

En los Parques de Estudio y Reflexión se trabaja para facilitar el acceso a esas experiencias de Sentido. Se trata de poner al alcance de todo el mundo, sin chocar con las tradiciones culturales, sin discutir con la propia religiosidad o irreligiosidad, una experiencia que llene de luz a la conciencia. Una experiencia que sin colisionar con nuestras creencias, nos inunde de un nuevo sentido y nos impulse en una dirección valiosa. Una experiencia que nos comunique con los espacios profundos; con algo que está aquí adentro, detrás de los pensamientos, un silencio que me habla, detrás del silencio, más atrás de la calma…

Muchas Gracias

Dario Ergas
Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas